El caso es que en vez de eso, y aprovechando el espacio de casi dos metros de alto y mas de uno de largo, decidí hacer algo diferente.
Raseé el hueco de la pared y luego lo cubrí con yeso. Le dí un fondo turquesa, intentando conseguir ondas, y sobre él, he pintado casi todos los peces que se me han ocurrido.
Desde neones, (de sobra sé que son de agua dulce, pero me gustan), hasta doradas japonesas, peces payaso e incluso otros inventados.
Debo confesar que todavía no está totalmente terminado, porque además del que se ve todavía solo a lapiz, quiero añadir abajo del todo uno de esos peces de las profundidades con largos dientes y una lucecita en la cabeza. Luego si me apetece, iré pintando algún otro.
Es la ventaja de que sea para mí.
Lo que puedo asegurar, es que no hay otro cuarto de baño igual en ningún sitio.