domingo, 29 de marzo de 2015

Mural de cerezo japonés convertido en perchero

Como muchos recibidores, este tenía un problema de espacio. El perchero ocupaba un sitio que no había, y me decidí por quitarlo y ganar algo más de amplitud pintando un mural de un cerezo japonés, añadiéndole después unos colgadores que añadirían a la función decoratíva, una función práctica.
Una vez pintado, incluí un pequeño arbolito en otra pared con unos pocos colgadores más.
Si están vacíos, dan un aire fresco y colorido al recibidor, y si se necesita, hay un montón de puntos para colgar abrigos, bolsos, etc.
Los murales tienen la gran ventaja de que  están hechos a gusto del cliente, se adaptan al espacio que haya, y salen más baratos, (en algunos casos mucho más baratos), que los vinilos.





Dragon de madera tallada

Estas últimas semanas, y aprovechando que la crecida invernal de los rios esta ya bajando, he buscado madera arrastrada por el agua para tal...